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La lactancia materna es el mejor alimento para el bebé, contiene anticuerpos que ayudan a proteger al lactante de enfermedades frecuentes como la diarrea, neumonía, otitis, gripes y alergias, reduciendo el riesgo de malnutrición y asegura su desarrollo y crecimiento óptimos (principalmente del sistema nervioso y del cerebro).
Durante los dos primeros años de vida del bebé, permite que triplique su peso y aumente su talla en un 50%, además de protegerlo contra enfermedades infecciosas. A largo plazo, potencia la capacidad de aprendizaje y rendimiento escolar del niño o niña. Se considera como una práctica fundamental en la nutrición infantil.
La lactancia materna también beneficia a la madre. La lactancia exclusivamente materna constituye un método natural (aunque no totalmente seguro) de control de la natalidad (protección del 98% durante los primeros 6 meses siguientes al parto). Además, reduce el riesgo de cáncer de mama y ovario en fases posteriores de la vida, ayuda a las mujeres a recuperar más rápidamente su peso anterior al embarazo y reduce las tasas de obesidad.
A nivel nacional, la prevalencia de la Lactancia Materna Exclusiva (LME) en menores de 6 meses se incrementó de 52,7% en 1996 a 70,6% en el año 2011.
La OMS recomienda el calostro (la leche amarillenta y espesa que se produce al final del embarazo) como el alimento perfecto para el recién nacido, y su administración debe comenzar en la primera hora de vida. Se recomienda la lactancia exclusivamente materna y a demanda durante los primeros 6 meses de vida. Después debe complementarse con otros alimentos hasta los dos años.
Además de los beneficios inmediatos para el niño, la lactancia materna contribuye a mantener una buena salud durante toda la vida. Los adultos que de pequeños tuvieron lactancia materna suelen tener una tensión arterial más baja, menos colesterol y menores tasas de sobrepeso, obesidad y diabetes de tipo 2. También hay datos que indican que las personas que tuvieron lactancia materna obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia
¿Por qué no la leche artificial?
La leche artificial no contiene los anticuerpos presentes en la leche materna, y cuando no se prepara adecuadamente conlleva riesgos relacionados con el uso de agua insalubre y material no estéril o con la posible presencia de bacterias en la leche en polvo. Una dilución excesiva con el fin de ahorrar puede acabar produciendo malnutrición.
Los bebés alimentados con leche artificial son más proclives a tener gases, hipo, las regurgitaciones, los eructos y a hacer deposiciones duras y estreñimiento que los alimentados con leche materna.
Las alergia e intolerancias son más frecuentes que con la lactancia materna.
Se podría decir que el problema principal de la lactancia artificial es el precio. Aproximadamente se gastaría más de 3000 soles en los primeros seis meses de vida, en los cuales el niño solo se alimenta con leche.
Por lo tanto, la mejor alimentación que se le puede dar a un bebé es la lactancia materna.
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