El 30% de los enfermos de Parkinson tiene menos de 65 años

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La enfermedad de Parkinson, es una patología crónica, degenerativa y, lentamente, progresiva, consecuencia de la degeneración de un tipo particular de células que se encuentran en una región de la profundidad del cerebro denominada ganglios basales y, especialmente, en una parte del tronco del encéfalo llamada sustancia negra.
Estas células fabrican una sustancia denominada dopamina, responsable de transmitir la información para el correcto control de los movimientos. Cuando hay una marcada reducción del nivel de dopamina, las estructuras que reciben esta sustancia (receptores dopaminérgicos), localizadas en una región del cerebro denominada cuerpo estriado, no son estimuladas de manera conveniente y esto se traduce en temblor, rigidez y lentitud de movimientos, que afecta a todos y cada uno de los músculos del cuerpo (brazos, piernas, deglución, voz, respiración, etc.) e inestabilidad postural, entre otros síntomas.
LA IMPORTANCIA DEL DIAGNÓSTICO PRECOZ
Algunos de estos síntomas pueden estar asociados a otras enfermedades, lo que en ocasiones puede retrasar el diagnóstico del Parkinson y, por lo tanto, un tratamiento precoz que alcance buenos resultados en el control de la enfermedad.
En el Servicio de Medicina Nuclear del Hospital Nisa 9 de Octubre los casos de sospecha de Parkinson pueden someterse a un estudio del transportador presináptico de dopamina. «Este estudio va a detectar posibles fallos en el neurotransmisor de dopamina que se sitúa en la zona profunda del cerebro», explica el doctor Ramón Sopena.
«En una persona- explica el doctor Carlos Martínez -con síntomas que pueden hacer sospechar que padezca la enfermedad de Parkinson, como por ejemplo, un temblor esencial, la exploración será normal; mientras que en un paciente con Parkinson las imágenes del estudio desvelarán un defecto en la concentración de dopamina en esas estructuras profundas del cerebro».
En aquellos casos en que pueda resultar especialmente útil ahondar en el diagnóstico diferencial frente a la sospecha del Parkinson, en el Servicio Medicina Nuclear del Hospital Nisa 9 de Octubre existe una segunda prueba que detecta una disminución en los trasportadores postsinápticos de dopamina.
En última instancia, y en aras a acotar más el diagnóstico, «también puede resultar útil realizar un pet cerebral», matiza el doctor Pablo Sopena.
Como en cualquier patología neurodegenerativa, el diagnóstico precoz es determinante para preservar en el tiempo la calidad de vida de quien lo padece. En este sentido, cabe destacar que, en contra de la creencia popular, los temblores no son el primer signo de alarma que animan al paciente/familiares a acudir al médico. Aunque el síntoma más popular de la enfermedad es el temblor, lo más habitual es que se consulte inicialmente al médico por la gran lentitud con la que se realizan las tareas cotidianas.

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