Francisco el papa del cambio

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Carismático como Juan Pablo II, el papa Francisco impulsa la mayor reforma del Vaticano desde el Concilio Vaticano II porque abarca aspectos doctrinarios y de la propia institución.
Han bastado 365 días para que el papa Francisco sea considerado un fenómeno en la Iglesia católica. Hace solo un poco más de un año, esta institución se debatía entre acusaciones de corrupción, abuso de menores y negociado de privilegios en el Vaticano.
La súbita declinación de Benedicto XVI a continuar liderando a los 1,200 millones de católicos que existen en el mundo, llevó a una inesperada designación de Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Así, la Iglesia designaba al primer latinoamericano, región donde se concentra más de la mitad de los católicos del mundo, como pontífice que tomó el nombre de Francisco.
Reformista
El papa argentino ha dado un viento de frescura a la comunidad católica que cada vez veía, con gran inquietud, cómo empezaba a escasear feligreses en las iglesias. Pero hoy, gracias a la figura de Francisco, la asistencia a misa ha aumentado en varios países.
Tras ser investido, Francisco lanzó una ofensiva en distintos frente. Desde un inicio, llamó a la Iglesia a volver a las raíces humildes de su creación. “Deseo una iglesia pobre para los pobres” fue uno de sus primeros llamados.
Cuando se encontró con el caso del prelado Franz-Peter Tebartz-van Elst de Limburg (Alemania), quien gastó más de 100 millones de dólares en la construcción de su residencia, no tuvo dudas de destituirlo de su diócesis. El gesto dice más que mil palabras.
Además, ganó portadas en influyentes revistas como Time y Rolling Stone, e inauguró un nuevo estilo de contacto directo con las personas que fue del agrado de todo el público católico y de otras religiones: besó al niño, al enfermo terminal, y desayunó con indigentes el día de su cumpleaños.
Hoy el cristianismo vive un renovado impulso debido al arrollador carisma de Francisco.
Temas tabúes
Sin llegar a los extremos liberales, el papa Francisco abrió a debate temas que eran considerados tabúes por el catolicismo. Por ejemplo, se animó a abordar aspectos de la homosexualidad humana, las parejas divorciadas y la familia de padres separados.
Pero, además, el pontífice viene reformando el Vaticano a nivel institucional y administrativo, especialmente en el Banco de la Santa Sede, para que “la iglesia sea más eficiente en el servicio de los pobres”.