WEYSLAB | Laboratorio Clínico y Consultorio Médico » Noticias » La culpa no es tuya, sino del azúcar, dice documental
a obesidad es un problema grave que depende estrechamente de los hábitos de cada uno de nosotros, como la alimentación o la actividad física. Es necesario concienciar a la población para que lleve una vida sana, labor educativa que debe comenzar en la infancia. ¿Cierto? Olvídalo.
Así de tajante es la propuesta del documental Fed Up, un nuevo filme que arremete contra la industria alimentaria, a la que culpa de la epidemia de obesidad y diabetes a nivel mundial. «Nos dicen que es nuestra culpa. Olvídalo». La culpa de nuestra obesidad no sería de nuestra «fuerza de voluntad»: es del azúcar añadido en los productos industrializados.
«El 80% de los alimentos [industrializados] en Estados Unidos llevan azúcar añadido. El cerebro responde al azúcar como lo hace a la cocaína o la heroína: te volverás adicto» afirma el filme sobre lo que considera «la peor epidemia de salud pública de nuestro tiempo».
«Más del 95% de los estadounidenses tendrán sobrepeso en dos décadas. ¿Y si nuestro enfoque de esta epidemia hubiese estado equivocado todo este tiempo?» cuestiona el documental.
«Si la cuestión es la obesidad, enfermedades metabólicas que suelen aparecen en los obesos no estarían encontrándose hoy entre la población de peso normal. Más de la mitad la población de los EE.UU. y el Reino Unido está experimentando efectos normalmente asociados con la obesidad. Si más de la mitad de la población tiene problemas, no puede ser un problema de comportamiento. Debe ser un problema de exposición. Y la exposición es al azúcar» plantea Fed Up.
¿Exageración?
Un poco, aunque la propuesta de Fed Up tiene mucho de cierto; por un lado, vivimos pendientes de evitar las grasas y de escoger productos lights supuestamente más saludables, mientras olvidamos que el azúcar es un peligro que se esconde no solo en las galletas, gaseosas o chocolates, sino en salsas de tomates, yogures o productos que nunca imaginarías que tienen tanto azúcar.
Por otro, la industria alimentaria presiona por sus intereses que son «hacer dinero» y no necesariamente «mantener sanas a las personas», como afirma el documental.
Pero ¿y lo de «la culpa de tu obesidad no es tuya»? Terra consultó a Carlos Alberto Machado, cardiólogo brasileño que mantiene actualmente un «tira y afloja» con la industria alimenticia en su país. Miembro de la Sociedade Brasileira de Cardiologia, lucha para que los fabricantes no solo reduzcan el contenido de azúcar y sodio en los alimentos industrializados, sino para que muestren visiblemente de la información nutricional en los envases.
Machado ha visto el documental y está de acuerdo a grandes rasgos con lo que este afirma. Sin embargo cree que «la culpa es compartida», no solo de la industria sino también del usuario, y que «el único villano no es el azúcar, sino también las grasas, la sal o el sedentarismo, como siempre se nos ha dicho». Por ello lucha también porque el Gobierno brasileño intensifique los esfuerzos hacia la educación de las familias, que «tienen que acostumbrarse a leer las etiquetas y a cocinar más alimentos naturales».
Por lo tanto, si bien el modo en que el documental plantea su teoría es muy atractiva, impactante y eficaz, esto no significa que debamos romper con todas las recomendaciones tradicionales que nos dicen que tenemos sí, responsabilidad sobre nuestra salud.
«Los enemigos son todos»
Las grasas hayan sido protagonistas de muchas campañas de concienciación más intensas, hasta el punto de que muchos productos «bajos en grasa» se venden como más saludables aunque en su lugar, llevan más azúcar. Por ello Fed Up quiere llamar la atención sobre este elemento: «el enemigo es el azúcar».
Pero no es que el único enemigo sea el azúcar, sino que «los enemigos son todos», dice Machado. «Nosotros solemos referirnos al ‘polvo blanco que mata’ para referirnos tanto al azúcar como a la sal, cuyo consumo debe reducirse. Y por supuesto las grasas saturadas y trans, que deben evitarse en lo posible», cuenta.
¿Qué hacer?
– Lee las etiquetas: «Yo soy bien complicado cuando voy al supermercado: cuando compro cereales para el desayuno, por ejemplo, simepre miro cuál de todos no tiene azúcar añadid, cual tiene menos sal, menos grasas y menos carbohidratos (que se transforman en azúcar)», explica Machado.
– Comer alimentos naturales: «El patrón de conducta de las familias no solo en Brasil, sino en el mundo, es comer menos alimentos naturales y más industrializados»; eso hay que corregirlo, según el doctor.
– No añadir azúcar a los alimentos: los alimentos naturales ya tienen un contenido de azúcar. Lo ideal es no añadir más; como mucho edulcorantes, aunque también muchos nutricionistas no recomiendan su uso, recuerda Machado.
– Sal, cuanto menos mejor: podemos echar algo a la comida mientras cocinamos, pero nada de añadirla después en todo. El salero, fuera de la mesa.
– Evitar los refrescos: sin piedad con estas bebidas. La versión tradicional está cargada de azúcar, y la versión «Zero» tiene mucho sodio y no es recomendable para hipertensos, dice el doctor. para beber, jugos naturales, tés, agua o hasta vino y cerveza (con mucha moderación), en resumen, bebidas cuanto más naturales mejor.
La epidemia de la obesidad
«Ni todos los obesos desarrollan diabetes ni todos los diabéticos son gordos», recuerdan desde la comunidad Diabetes.co.uk del Reino Unido, pero la diabetes tiene una clara relación con la obesidad.
La enfermedad tiene dos tipos, la 1 y la 2. La 1, menos común, consiste en que el cuerpo no produce insulina, se suele presentar en la infancia y tiene un componente genético, explica Machado. Pero la diabetes tipo 2, sí tiene que ver mucho con la obesidad, principalmente con la obesidad abdominal. «No hace falta ser gordo, pero una persona con mucha barriga tiene un mayor riesgo de diabetes», explica Machado.
Este tipo de diabetes consiste en que, si bien el cuerpo produce insulina, hay un problema en cómo esta funciona o es procesada, y el paciente presenta elevados niveles de glucosa. Puede adquirirse a edades más avanzadas y los pacientes no son necesariamente insulinodependientes -como en el tipo 1-, al menos no al principio.
Y es una epidemia que empieza pronto: de media, 1 de cada 5 niños tienen sobrepeso, aunque hay países donde la media sube a 1 de cada 3, como EE.UU., Grecia o Eslovenia. La mayoría de las personas en países de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos) tienen sobrepeso u obesidad. Las consecuencias sociales y económicas de esta epidemia son «dramáticas», exponiendo a un número creciente de personas a enfermedades crónicas tales como diabetes, enfermedades del corazón y cáncer.
Estas son las consecuencias de un reciente estudio de la OCDE, que alerta además de que la crisis económica ha empeorado la situación, concretamente en países europeos como España, Italia, Irlanda, Portugal y los ya mencionados Grecia y Eslovenia, porque «las familias con pocos recursos han sustituido alimentos como frutas y verduras por otros con más calorías».
México, a la cabeza en sobrepeso
México tiene un 32% de obesos entre la población adulta —la segunda cifra más elevada de los 34 países miembros sólo por detrás de Estados Unidos (36,5%)—. Sobre todo, es el que presenta el mayor nivel de población con sobrepeso (más del 70%, prácticamente diez puntos porcentuales más que en Estados Unidos).
En el otro extremo, los países menos afectados por este problema eran Corea del Sur (2,1% de obesos sobre el conjunto de la población), Suiza (8,1%) e Italia (10%). Igualmente se mantenían por debajo de la media Francia (12,9%) e incluso Alemania (14,7%).
Acuerdos con la industria
Las negociaciones en las que Machado viene participando se refieren a la norma RDC 24 y persiguen que, entre otras acciones, la industria comunique en los productos los riesgos del consumo excesivo. Avisos que recuerdan a los que hace unos años llevaban los paquetes de tabaco -hoy estos últimos son bien más explícitos-, y serían: «Este producto, consumido en grandes cantidades, aumenta el riesgo de obesidad / diabetes / caries / enfermedad del corazón».
El doctor reitera la importancia de que esta ley sea finalmente aprobada, y siente precedentes en la región, como lo hizo la recientemente aprobada ley en Argentina, que llegó a un acuerdo con la Industria y logró reducir sensiblemente la cantidad de sodio en los industrializados.
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