La polémica de los niños y la "droga de la obediencia"

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Pocos trastornos se ven tan rodeados de polémica como el TDAH, trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Si bien es común que los adeptos a la medicina natural estén en desacuerdo con farmacéuticas o con ciertos diagnósticos de la medicina tradicional que requieren medicamentos, el TDAH va más lejos enfrentando a padres, profesores, psicólogos, psiquiatras, estudiantes y especialistas.
Por un lado, psicólogos, profesores, asociaciones y farmacéuticas defienden que el TDAH es de los más graves problemas psiquiatricos de la actualidad, un mal que puede llevar al fracaso o incluso al suicidio.
Por otro, familiares y otros profesionales y especialistas críticos aseguran que es un «trastorno inventado» para «etiquetar» a niños difíciles a los que se les administran medicamentos que pueden llegar, inacluso a ser mortales.
Lo cierto es que entre el 6% y el 10% de los niños son diagnosticados con un trastorno cuyo tratamiento consiste con frecuencia en la administración de estimulantes como las anfetaminas y el metilfenidato -apodado como «droga de la obediencia»-  medicamentos que provocan adicción y tienen graves efectos secundarios.
«Grave trastorno»
Las cifras oficiales son alarmantes: el 20% del fracaso escolar en España, por ejemplo, esconde un TDAH, afirma la FEAADAD (Federación Española de Asociaciones e Ayuda al TDAH).
Este «grave trastorno con comorbilidad asociada» afecta a al menos el 6% de los pequeños y cerca del 5% de los adultos; uno o dos niños por clase lo tendrían, alertan.
Lo peor son las consecuencias: casi un tercio de las personas con TDAH en la niñez sigue padeciéndolo en la edad adulta y son más propensas a desarrollar otros trastornos mentales y suicidarse, según un estudio publicado por la revista Pediatrics y divulgado por Reuters.
Considerando todo ello no es de extrañar que las cada vez más familias en las que un niño es diagnosticado viva con angustia y desesperación la noticia, hecho por el que las asociaciones de padres y enfermos reclaman más apoyo, incluido el financiero, para los afectados por la enfermedad.
«El trastorno por déficit de atención (TDAH) constituye el problema psiquiátrico más importante y prevalente en la etapa escolar de los últimos años, con unas cifras que pueden llegar, según distintos estudios hasta el 12% de los niños en esta etapa» calcula el psiquiatra español Kazujiro Tajima Pozo.
«Constituye un trastorno importante, no solo por interferir notablemente en su aprendizaje, sino por la gran comorbilidad que presenta con otros trastornos psiquiátricos como el trastorno negativista desafiante, el trastorno antisocial de la personalidad, el consumo perjudicial de sustancias y el juego patológico».
Síntomas del TDAH 

Con falta de atención Con hiperactividad-impulsividad
Presenta inquietud, el niño se mueve en el asiento y le cuesta estar en clase en su pupitre
Se levanta cuando debería estar sentado
Corre y salta en situaciones inapropiadas especialmente en lugares en los que debe esperar
Tiene dificultad para jugar tranquilamente
Excitado a menudo
Habla excesivamente y también lo hace en situaciones que no debe
Responde antes de que finalice la pregunta
Tiene dificultad para guardar el turno en actividades de grupo
Interrumpe a otros en los juegos, conversaciones
No atiende a los detalles, comete errores
Tiene dificultad para mantener la atención en las actividades que está realizando
Parece que no escucha “ensimismamiento”
No sigue instrucciones, no termina las tareas
Tiene dificultad para organizarse
Evita tareas que requieren esfuerzo de concentración continuado
Olvida y pierde cosas necesarias para su actividad
Se distrae fácilmente con estímulos externos
Se olvida de las tareas

(Fuente: FEAADAD)
 
«El TDAH no existe»
Sin embargo, la polémica surge fundamentalmente por dos puntos; diagnóstico y medicación. A pesar de que la se trata de un «grave desequilibrio químico» no hay pruebas clínicas y el diagnóstico se realiza únicamente por entrevista.
Los críticos aseguran que, como en el caso de otros trastornos como depresión o adicciones en que se está «patologizando el comportamiento humano», (en palabras a Terra de la psicóloga brasileña Deborah Bretas) se estaría diagnosticando con TDAH a niños que tradicionalmente habrían sido considerados traviesos, lentos, vagos o revoltosos.
Lo cierto es que varios trastornos han sido catalogados recientemente, en un movimiento que la revista Bebés y Más llama «medicalización» de la infancia: por ejemplo, tener tres rabietas a la semana constituye el «tratorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo».
En la misma línea, el «trastorno negativista desafiante» cataloga como afección la «negativa a las órdenes de las figuras de autoridad, comprobando una y otra vez los límites establecidos, ignorando órdenes, discutiendo, mostrando hostilidad». Es decir, lo que hace años era un «niño desobediente» hoy podría requerir medicación.
En este sentido son muchas las voces que cuestionan la mera existencia del TDAH, tantas que la farmacéutica Janssen se ha visto en la necesidad de contraargumentar y enumera entre las «falsas creencias» sobre el TDAH la afirmación de que el propio trastorno «no existe, sino que es un invento de la psiquiatría norteamericana para etiquetar niños difíciles».
De hecho en lo que ambas visiones antagónicas confluyen es que los síntomas del TDAH existen: hay pequeños con serias dificultades de concentración que requieren atención especial. Lo que se cuestiona es la necesidad de administrar medicamentos psicoestimulantes peligrosos, al menos en casos leves.

Un trastorno sobrediagnosticado, según su «creador»
Uno de los «padres» de este trastorno, el psiquiatra Dr. Leon Eisenberg creía en la medicación para tratar el TDAH.
Pero en el final de su carrera se describió «alarmado» por el número de diagnósticos y cuestionaba cómo lo que se consideraba «un trastorno poco común» había llegado a afectar al 8% de la población con el consiguiente aumento en la prescripición de drogas.
«Las razones no están claras», declaró en una entrevista publicada por el New York Times.

De hecho en lo que ambas visiones antagónicas confluyen es que los síntomas del TDAH existen: hay pequeños con serias dificultades de concentración que requieren atención especial. Lo que se cuestiona es la necesidad de administrar medicamentos psicoestimulantes peligrosos, al menos en casos leves.
Al pequeño que es diagnosticado con TDAH generalemente se le receta el el psicoestimulante metilfenidato, que puede tener alguno de estos nombres comerciales: Concerta, Metadate, Methylin y Ritalin.
 
Su lista de efectos secundarios es larga: entre ellos muerte súbita y adicción, según la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos. Otros que también pueden ser «graves» son nerviosismo, dificultad para dormir, alucinaciones y pensamientos psicóticos, sobreexcitación, visión borrosa, dolor en el pecho pecho, falta de aire, fatiga, tics motrices, depresión, erecciones prolongadas (priapismo) y un largo etcétera.
La farmacéutica Janssen asegura que no hay registrada ninguna muerte por el consumo de metilfenidato, pero los padres del pequeño Mathew Smith, fallecido tras tomar Ritalin durante 8 años, culpan a la droga directamente por la muerte de su hijo.
«Mathew decía que no quería tomarla, que le dejaba atontado, pero nosotros le obligábamos y le decíamos que la necesitaba», se lamentaba su padre a CBS. Con 14 años mathew sufrió un ataque que lo mató repentinamente. La autopsia reveló que su corazón había sido dañado por el uso continuado del metilfenidato, el nombre genérico del Ritalin.
La familia creó la web Ritalin Death, donde aseguran que en una década se registraron al menos 186 muertes y que esta crifra supondría el 10-20% de los casos reales.
Anfetaminas para calmar a los niños
«La corteza prefrontal, responsable del control de impulsos, y de organizar y planificar nuestras acciones, que parece encontrarse alterada», explica el Dr. Tajima.
«El objetivo del tratamiento es por un lado estimular la corteza prefrontal a traves de fármacos, generalmente “estimulantes”, y por ello el efecto paradójico que se observa en muchos casos es que niños muy inquietos e impulsivos se calman con medicación estimulante, el niño empieza “controlar su inquietud e impulsividad”, añade el doctor, que  recomienda psicoterapia de apoyo

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